Y bueno, porque no hay plazo que no se cumpla ni mosca en la prensa que no se termine de atar, ya estamos listos para la segunda parte y final de esta gran travesía de pesca. Pasamos para el otro lado de la cordillera, si, Argentina, una experiencia de vida fenomenal. Pasen y lean:
Nos levantamos temprano en el camping de Choshuenco, Juan Correa gana puntos con la logística y se esfuerza, quedamos terceros en la lista de espera, de la barcaza que cruza el extraordinario lago Pirihueico.


En el muelle de Puerto Fuy vimos una arcoíris gorda, de más de 2 kilos, patrullando las aguas bajas, un espectáculo.

Atravesamos el lago durante una hora y media, un lago de origen glacial, alargado y serpenteante en extremo, rodeado de bosque nativo.


En algunas zonas pude ver el agresivo avance del introducido pino oregón en medio del bosque.
El paso Huahum es bastante bajo ya que se trata de un valle, con su correspondiente rio, el cual drena hacia nuestro país.

La aduana chilena.
Ya pasando la aduana chilena sentía que, a diferencia de febrero de 2014, esta vez sí podríamos pasar a Argentina, trámites de por medio, nos daban libre paso, EXTRAORDINARIO. Algo inédito en mí, ya que a lo más, con suerte conozco la avenida Argentina de Valparaíso y sería.
Cruzamos el límite y enfrentamos nuestro primer contacto del tercer tipo con argentinos en la aduana. Todos muy amables, Juan Correa le pregunta al funcionario de turno: “¿cómo está el camino?”, respuesta: “…y bueno, el camino sigue estando ahí hace años, no se ha movido” jajajaj. Buen recibimiento.
A los pocos kilómetros, con mi ojo clínico, ya me podía dar cuenta del cambio de vegetación, menor diversidad del bosque, y conforme avanzábamos más, comenzaron a aparecer los primeros árboles, ya derechamente de menor altura, producto de la menor precipitación.
Nos acercábamos al sector urbano de San Martín de Los Andes y sorprendido veía como postes, veredas, cada detalle del camino, era distinto a mi amado Chile. Sorprendente.
Llegamos a San Martín, una ciudad turística a full, muy cuidada, cara, con un arbolado urbano hermoso. Cualquier chileno desprevenido diría: “qué lindo y caro es Argentina”, pero yo no, se que estaba frente a una ciudad del estilo de Pucón y similares, las cuales solo son una pequeña parte de lo que es la realidad de un país.



Bueno, dejando este análisis aparte, nos dirigimos a cambiar billetes chilenos, comprar los permisos de pesca y buscar información. Me sorprendió ver en los billetes argentinos la imagen de Julio Roca, un genocida de indígenas de la Patagonia.
Compramos doce medialunas por algo así como dos mil pesos chilenos, un manjar, esto sumado a las bellas argentinas que mirábamos, hicieron muy agradable nuestro fugaz paso por esta ciudad.

Ahora partíamos a Junín de Los Andes, una ciudad leída hasta el cansancio por mi parte, nombrada en cuanta publicación argentina de pesca con mosca en la web o donde sea. Mucho más campestre, amable, barata, auténtica, sincera, terrenal. Rodeada por el mítico rio Chimehuín .Me preguntaba yo “¿cómo no enamorarse de una ciudad, que tiene sus señaléticas de las intersecciones de calles, de madera tallada en forma de trucha?”
Ahora si, por fin, veía extasiado el típico paisaje rural patagónico argentino, aquel más árido, de lomajes suaves, pendientes hechas por el creador con amabilidad, contornos redondeados, horizontes infinitos, muy distintos a las abruptas pendientes chilenas, nuestro sur chileno es agreste, poco amigable, salvaje, boscoso, pero ambos, desde mí punto de vista, francamente fascinantes.
Encontramos alojamiento en el hostal Tromen, la amabilidad comenzaba a sorprendernos.
Aprovechando la poca tarde que nos quedaba, fuimos a pescar el Chimehuín, a la altura del puente sobre la ruta que va hacia el norte. Ya comenzaba a caer el atardecer .Se trata de una parte del rio de fácil acceso, y por ende, ocurría lo mismo que en Chile, había sectores con basura. Siendo pescador de Santiago, me sentí en casa por un momento.
Saltaban truchas tamaño coyanco, nada extraordinario. Lo sorprendente es que, casi cuando llegamos, los zancudos se hicieron un picnic con nosotros. Hace mucho tiempo que no volvía a sentir eso desde que era chico.
Se iba nuestro primer día en el país del tango.
Levantada temprano y partimos al lugar más famoso, el más histórico, el más mítico (este sí que es mítico entre los míticos); La famosa Boca del Chimehuín. Toneladas de información escritas acerca de este lugar, notables pescadores, farios jurásicas, hacen al coto en cuestión (disculpen el término tan ferretero) un verdadero santuario, con poner un pie allí ya mi viaje estaba pagado, era como para llegar caminando de rodillas, como un fiel a la Virgen de Lo Vásquez.


Como muestra, solo pondré este esquema, extraído de http://www.pescandolaargentina.com.ar/?p=972, para que vean que los argentinos incluso le tienen nombre a cada roca allí presente.


El tranvía en primer plano.
Cuando armábamos cañas llegaron a pedirnos nuestros permisos de pesca amablemente.
Al llegar a la boca misma pude constatar, ya tristemente, el panorama preocupante y complejo que se nos avecina rápidamente: el centro-sur chileno y su paralelo territorio de lado argentino se está secando. El guardafauna nos confesó que en todos sus años nunca vio tan poca agua.
Ya yendo a la pesca en sí, armado con una sinkin tip y caña # 5, más que “pescar en la boca” “intentaría pescar en la boca” frente a tan adverso panorama ambiental y de equipo de pesca.
Habían otros pescadores, por primera vez vi a alguien tirar toda la línea, extraordinario, apostaría que usaba un shooting, pero era igual de sorprendente para mí. Logré un par de truchitas de 20 cm justo en el chupón donde nace el rio. Me sentí “aceptado” por los grandes mosqueros de antaño del lugar, solo basta con nombrar a Joe Brooks , quien le enseñó a pescar con mosca a los argentinos por ejemplo.



Avanzaba la mañana y comenzaba el viento, el cual baja desde la cordillera y gana velocidad al pasar por el lago Huechulafquen. Me doy una siesta ya que el calor era importante y el pique pobre, consistente solo en truchitas de 20 cm a lo más.

En la tarde vamos aguas abajo hasta un sector llamado “La Herradura” casi a mitad de camino devolviéndose a Junín.



El rio era muy amplio, de fondo de piedras graníticas, muy bello, evidenciando un pasado volcánico. Comienzo con soft hackles y de inmediato pican pequeñas truchas, del mismo tamaño anteriormente dicho.

Esperamos que en la tarde nuestra suerte cambiara y saliera algo más contundente. Llega la hora de irnos y nada de eso ocurrió.
En la noche comimos en el famoso restaurant Ruca Hueney (donde comió alguna vez el gran Mel Krieger), las carnes de primera, un manjar de los dioses. Cuadros de moscas en las paredes hacían sentirnos como en casa. Nos tomamos un Malbec, famosa cepa muy cultivada en Argentina, lo encontré falto de estructura, pero de buen aroma.
Ya a estas alturas de nuestra estadía en Argentina, nos sorprendía la amabilidad de la gente, su humildad, en cada negocio nos quedábamos conversando como 10 minutos con cualquiera, nos identificaban fácilmente como pescadores chilenos. Me avergoncé por un momento ser chileno al pensar en la gran cantidad de compatriotas veraneantes engreídos como nunca porque ahora nuestra situación económica es mejor.
A estas alturas Juan ya hablaba como argentino.
A la mañana del día siguiente nos pasa a buscar temprano Gabriel Montenegro para flotar el Chimehuín, quien lo diría yo el atorrante flotando en Argentina, de no creer , para contárselo a mis nietos.
Juan Correa desde Chile que venía con la idea de flotar el Chimehuín, yo venía con la idea de conocer la mítica Hostería Chimehuín, bueno, cada loco con su tema.
El cataraf al agua en Junín mismo y comenzábamos a bajar el rio hasta llegar a “La Curva del Manzano” al mediodía.


Gabriel se sorprendía por lo bajo del rio mientras nos decía: tippet 4x, una seca grande arriba y una ninfa abajo. Como pensarán, para mí era como pescar con un verdadero espinel, esto sumado a castear con mi ya odiado equipo # 5 hacía penosa mi performance .Mi preferencia va por el purismo europeo, la sobriedad inglesa, máximo equipo # 4, la seca diminuta de colores humildes, el tippet largo denotando impronta pejerreyera de la zona central, a lo más una ninfita con beadhead, siempre supe quién soy, pero bueno, estábamos jugando de visita y había que obedecer, por lo menos en un principio.
Comenzamos bajando lentamente, la poca pendiente comparada con los ríos chilenos se notaba.

Gansos silvestres.



Al poco rato comienzan los piques de arcoíris y algunas farios pequeñas, la clave era tirarle a las sombras de los sauces naturalizados, los cuales son omnipresentes en los ríos argentinos de la zona. En esas sombras los truchones se sienten a gusto y a salvo.
Me sentía protagonizando un video de flotada de pesca de dorados en el norte argentino o en Bolivia, donde es un puro cast al borde de la vegetación ,ya que el bote pasa rápido y no hay tiempo de hacer otro lanzamiento, pero acá era más lento el andar del cataraf.
En un instante desarmé el espinel que tenía al final de mi leader y dejé solo una mosca seca atractora, que me cedió amablemente Gabriel, era una mosca grande, llamada Cicada Foam , alejada del purismo europeo y cercana a la modernidad estadounidense, pero flotaba como los dioses griegos. Gracias a esto afiné algo mi penoso cast y pude poner la mosca relativamente donde quería.
En una corredera larga nos bajamos a tentar a pié y en esta ocasión Juan Correa alcanza el champion con una fario muy buena.

A ratos el pique se ponía flojo, a veces picaba de forma constante. Nos acercábamos al fin de nuestra flotada, cuando en una zona amplia y no muy profunda del rio, ahí, justo a la sombra de los sauces, como dicen los libros, pongo la mosca atractora y zaz! Se levanta una arcoíris de medio kilo atacando la mosca como si fuera un cocodrilo, clavo como dice el manual de clavado de truchas, la bestia en cuestión siente la ofensa y se manda flor de salto digno de delfín de parque acuático, para luego mandarse rio abajo sacando línea como perseguida por el mismísimo pata de cabra.
Extraordinario, debido a mi pobre experiencia con truchones grandes, sentía como que tenía pinchado un Chinook. Nunca me habían sacado tanta línea en una corrida. Fue un final de flotada grandioso y será recordado como el mejor pique en lo que va de mi aparatosa carrera como mosquero.

En la tarde nos dedicamos a hacer turismo por Junín, conocimos la Costanera de Los Pescadores y la famosa Hostería Chimehuín. Entramos y sorprendidos vimos míticas fotos de capturas monstruosas de la zona. Obviamente el gran Mel Krieger salía allí. En el lugar se respiraba historia mosquera.










Nos aprestábamos tristemente a dejar Junín de Los Andes, prometo volver, y como siempre digo y siento “más adelante me iré a vivir allí”.
Ahora ya el rumbo era la vuelta a Chile por el paso Mamuil Malal, nuestro destino era otro rio de leyenda mundial: El Malleo, ni más ni menos.
El dato era una comunidad mapuche que tiene un camping en la orilla misma del rio, un paraíso ubicado en el Malleo medio.
La geografía del lugar era imponente, rocas de origen volcánico se mostraban erosionadas en sus cumbres, un espectáculo, una vez más en mi vida maldije no ser geólogo, para comprender en su totalidad lo que el majestuoso paisaje me mostraba.




El Malleo pasaba tranquilo por este paisaje, obviamente rodeado de sauces en sus orillas.



Apenas llegamos vimos grandes truchones arcoíris en las orillas bajas, pero no picaban, se notaba que la zona sufría de gran presión de pesca, las truchas no se asustaban con las personas, pero se alejaban lentamente al caer la mosca cerca de ellas.
Le buscamos el ajuste por medio día hasta que salió una por fin para calmar nuestra ansiedad.

En una ocasión llega Raúl Ramírez diciendo que con una Fat Albert sacó varias truchas y un truchón fario. Esto me motivó a atar por primera vez en todo el viaje y me puse a hacer varias de este tipo para la tardecita.
Solo salían arcoíris chicas mientras le dábamos con estas atractors al rio.



Me dispuse a pescar con Elk Caddis, al tiro una bonita arcoíris toma mi mosca y me da buena pelea. Esto me pasa por menospreciar el poder ilimitado del purismo de las secas clásicas, me dije.

Ya se ponía el sol cuando de pronto Raúl Ramírez, con eso que se gana en el rio, con eso que no se compra en la esquina, logra un pique de una bestia contundente, un animal respetable, lo pelea un rato a fondo y lo saca, un fario desproporcionado para el rio. Notable.



Ya con poca luz llego a un bello pozón y con una Fat Albert atada en almuerzo de ese mismo día logro pescar una luchadora arcoíris casi sin luz.

Genial es sentir la satisfacción de atar una mosca y pescar una trucha horas más tarde con esa mosquita, uno se siente realizado.


Al otro día temprano atacaríamos nuevamente ese sector del Malleo y al medio día emprenderíamos nuevamente viaje a mi Chile querido.
Al llegar al mismo pozón de la tarde anterior vemos este espectáculo:



Pero era muy difícil hacerlas picar, sabían identificar nuestras moscas a último momento, una tortura. Mis compañeros se van a otra parte del rio resignados , yo , como en otras ocasiones, saco a relucir aquello que no se regala , que no está en ningún libro, ni se compra en ningún flyshop, aquello que me ha sacado de aprietos en varias ocasiones; mi impronta pejerreyera.
Alargo el tippet, lo afino a 5x y comienzo a probar moscas en #20 y #22, esto unido a mi caña # 3 hacía que nuevamente me sintiera a gusto. Resultado: varios piques perdidos y un par de capturas con midges.



Broche de oro para la excursión en Argentina.

Basaltos en el Malleo camino hacia Chile.


Fila para volver a Chile.

Adiós Argentina.


Como resumen diré :
La pesca con mosca esta más desarrollada en Argentina.
Se devuelven más peces allá que acá en Chile.
El Malleo tiene gran presión de pesca, pero de mosqueros principalmente.
La fauna es similar a la chilena.
Y bueno, con esto me despido, una extensa aventura y agradezco a la pesca por darme amistades y conocer lugares mágicos.Aún en mi vida no logro sacar alguna trucha de 2 kilos para arriba , es mi deuda pendiente , pero eso pasa a un último plano después de tremendo viaje bello que hicimos.
Saludos y nos vemos pronto.
Dedicado a Felipe Arratia.