
Así fue como comencé a buscar información acerca de bosques de alerce, los que no estén dentro de un parque como el Alerce Andino, en las proximidades de Puerto Montt, si no que se encuentren alejados de las grandes multitudes, casinos o kioscos, así un amigo me dijo Cordillera del Sarao, busque información y vi que al parecer es justamente lo que estaba buscando.
A poco más de 40 kilómetros desde Tehualda hacia el Oeste (océano pacifico) por una ruta accidentada y cubierta de vegetación se puede acceder quizás a uno de los pocos bosques de alerce que quedan en nuestro país.

El bosque simplemente espectacular, cero presencia de gente ya sea en el camino o en viviendas en el sector, si no fuera por los alerces que dan cuenta de la tala ilegal y claro del camino que aunque es solo una vía y de carpeta de ripio se podría decir que estaríamos solos en medio de un bosque milenario.

El camino a poco andar en lo espeso del bosque de alerce, comienza a perderse y dar paso a añosos coihues, arrayanes y canelos, lo que delata la presencia de las cercanías del mar, decidimos continuar por este cada vez más complicado sendero, los últimos 8 kilómetros, corresponden a una senda de no más de 4 metros de ancho, bastante irregular y con fuertes pendientes.
Al continuar bajando entre el susto por estar recorriendo un complicado camino, recodando que la ultima casa la habíamos dejado atrás por más de 20 kilómetros, nos dejamos llevar por las ganas de conocer este hermoso sector llamado Manquemapu, nombre que recibe debido al rio que descubriríamos al salir de la espesura del bosque.

Al llegar a la explanada, luego de descender hasta el nivel del mar, comenzaron a aparecer nuevamente algunas viviendas y lujosas construcciones las que según los pobladores corresponden a cabañas de veraneo de acaudalados gringos que utilizan este hermoso sector para descansar lejos de todo y todos.

Al avanzar por la playa con mi vehículo y tras cruzar el rio Manquemapu llegamos tras 5 minutos a la playa del sector denominada bahía san Carlos, lo primero que hice luego de bajar las cosas para comer de la camioneta, fue dar una vuelta por el lugar para observar el rio.

Al llegar a uno de sus bordes, entre las nalcas, pude apreciar un cardumen de 5 robalos de tamaños extraordinarios, seguramente sobre 3 kilos cada ejemplar, al ver hacia otro lugar del rio entre los troncos, mas robalos de iguales tamaños, además de algunas truchas o salmones que a lo lejos dejaban ver sus tomadas en la superficie y sus enérgicos saltos para conseguirlo.

Luego de haber disfrutado de un magnifico día junto a mi Sra. y a mis dos hijos, con los que caminamos por la playa decidimos comenzar el regreso a casa, claro antes debíamos ver el ocaso en este maravilloso sector.

Una vez que ya habíamos dejado atrás la empinada cuesta, ya comenzaba a pensar en la próxima visita a este lugar el cual sería claramente con waiders, cañas y demás parafernalia de pesca, esos robalos gigantes que según la Sra. que vive junto al desagüe del rio Manquemapu, van y vienen con cada cambio de marea.
