Como me tocaba ir en la tarde a Los Ángeles, aproveché de llamar a Nessy a ver si se tentaba a salir después de las 6 a algún lugar cerca. Sin embargo el "guía" me responde que luego de su fin de semana había quedado cansado de pescar. Curioso, no sabía que uno podía cansarse de pescar... En fin, no es tan terrible -pensé- considerando que la última vez el guía resultó un fiasco, al explicarme que no picaba porque las truchas estaban tomando "hu...ítas chiquititas color cremita".
Volví a Chillán a eso de las 19:30 y camino al hotel me vino la calentura y me desvié al río Cato. Como nunca había ido y no tenía tiempo de estar buscando algún lugar más escondido, estacioné unos 100 metros arriba del puente que hay camino a Nahueltoro, saqué toda la parafernalia y me dispuse a caminar río arriba y bajar al mismo por la primera entrada que encontrara. Mis esperanzas de éxito eran cercanas a cero, considerando la cercanía con Chillán y con el puente mismo, hecho que se incrementó al ver en mi camino bolsas plásticas, botellas, latas de cerveza y demases, además de acordarme de Piedra Lisa al toparme con Kimberly, Bryatan y todos sus familiares bañándose en el río, tirando basura y por supuesto pescando con gusano.
Armé el equipo y entré al agua caminado río arriba, sin siquiera lanzar, para alejarme un poco de toda la tropa antes descrita. Ni bien había empezado a enviar mi mosca en dirección a la corriente, aparecen bajando el río 2 gusaneros y se instalan en un pozón. Al rato los gritos de uno de ellos rompieron la poca paz que había en el lugar: ¡¡"La tengo logo, la tengoooo!!", gritaba con la caña totalmente arqueada, hasta que de un plumazo esta volvió a su posición original. "¡¡La perdí, me le jué, me le jué, me le jué, conshemimare me le jueee"!!! fué la elegante conclusión del personaje. Al acercarme al pozón ví que lo que había eran carpas, algunas bastante grandes, lo que reafirmó mi impresión inicial: la pesca de truchas en ese lugar debía ser nula por la alta presión de furtivos. En fin, seguí caminando río arriba, ya pensando en volver y lamentando nuestra incultura, cuando siento un "splash" a mi izquierda. Como no había visto actividad hasta entonces, me quedé obervando el lugar hasta que una trucha de interesante tamaño para el río vuelve a tomar algo con violencia. Es ahora o nunca, pensé, mientras ataba una soft hackle al tippet. Un intento, dos y al tercero se tensa la línea violentamente y comienza una bonita pelea. No lo podía creer: estuve menos de 1 hora, a kilómetros de Chillán y metros del puente, entre gusaneros y bañistas, y los últimos rayos de sol me regalaron una preciosa arcoiris. Como para creer en sorpresas e irse a acostar con una sonrisa.


Saludos y perdón por extenderme.